Era sábado por la noche cuando Caterina, una campesina huérfana de 16 años daba a luz a su hijo. El lugar donde nació era una pequeña casa en malas condiciones donde vivía una viuda anciana, que había servido de compañía a la joven Caterina durante su embarazo. Ahí se mantuvo oculta hasta el parto, ya que el padre del bebé, Piero, una persona de buena cuna, no podía permitir que su futura esposa, descubriera que estaba a punto de tener un hijo bastardo, no antes de la boda. La familia de Piero contaba con varias generaciones de notarios, profesión muy bien vista en la prospera Italia del siglo XV, por lo que el avergonzado padre pudo mantener su secreto y al mismo tiempo registrar el nacimiento de su recién nacido, un niño al que llamó Leonardo.
Gracias a su origen oculto y la falta de nobleza, Leonardo se liberó del destino que su familia le ofrecería. En el caso de haber sido un hijo legítimo, se habría convertido en un prestigioso notario, profesión noble pero poco creativa, lamentable desperdicio para alguien como Leonardo da Vinci.
En realidad ser un hijo ilegitimo, trajo ventajas adicionales para el joven Leonardo, ya que la época no era tan estricta en este sentido, permitiendo la convivencia de las familias y el reconocimiento de los hijos.
Leonardo vivió su infancia en dos hogares cálidos, la granja donde vivía con la nueva familia de su madre, y cerca de ahí el castillo de los da Vinci, donde su abuelo lo trató siempre con gran cariño.
En este ambiente Leonardo tuvo mucho tiempo para admirar las maravillas de la naturaleza, algo que le encantaba desde pequeño. Le apasionaba todo lo que el mundo natural ofrecía, despertando la naciente curiosidad que lo llevaría a convertirse en uno de los grandes genios de la humanidad.
El pueblo de Vinci se localizaba muy cerca de Florencia, el mejor lugar para un artista en ese momento, por lo que para Leonardo, el convertirse en ayudante de algún maestro fue algo relativamente sencillo, sobre todo con el talento del joven Leonardo.
Con el tiempo el talento le consiguió al artista varios padrinos. Patrones que le permitían desarrollar su arte y algunas otras inquietudes, sin requerir la búsqueda de un oficio diferente. Esto no significa que Leonardo careciera de los dones necesarios para convencer o promover sus habilidades.
Durante su vida fueron varios los hombres poderosos que contribuyeron a que pudiera pagar las cuentas el inventor, artista e ingeniero.
No todos fueron hombres buenos y generosos, ya que los gustos de Leonardo incluían el diseño de máquinas para la guerra, lo que lo convertía en una ventaja competitiva para muchos personajes llenos de ambición. Uno de los aliados de Leonardo, fue el famoso Nicolás Maquiavelo, experto en política que unió fuerzas con Leonardo para diseñar una estrategia donde Milán tomaría el control de la ciudad de Pisa, desviando el rio que alimentaba el comercio en esta última, proeza de ingeniería impensable para esos años. Este y muchos otros proyectos de Leonardo no alcanzaron su realización, pero hoy sobreviven varios documentos que nos muestran la gran inventiva del italiano.
Inventor del tanque de guerra, el paracaídas y el helicóptero, también fue creador de un diseño inspirado en las alas de las aves, que prometía darle el poder de volar a los hombres, y aunque tuvieron que pasar varios siglos para alcanzar este objetivo, la mente inspiradora de da Vinci fue el origen de este sueño.
Dos de las obras de arte más famosas del mundo, la Gioconda y la última cena, son el ejemplo artístico del genio, pero los estudios de anatomía, los inventos y la visión que le presentó a la humanidad son igual de importantes.
Leonardo da Vinci fue un hombre polémico, atrevido y muy creativo que llenó de inspiración con su obra, transformando la visión del mundo.
En una época como el Renacimiento, hombres talentosos como él pudieron desarrollar sus dones, y hubo muchos personajes brillantes en ese tiempo, pero sin lugar a dudas ninguno con la complejidad y grandeza como la de Leonardo.
Algo que pocos saben es que entre sus múltiples diagramas e inventos están los planos de las primeras máquinas programables y automáticas, o como hoy las llamamos, robots.
En la actualidad nos sorprendemos con las maravillas de la tecnología, olvidando a veces que la verdadera fuerza del ser humano no radica en sus inventos, ya que la fuerza de las personas se encuentra en la capacidad de soñar y de crear.
Soñar es fundamental aún si lo que hoy soñamos no llega a ser posible, y es que el sueño inspira a otros, generando esperanza en el mañana. La esperanza es un sentimiento que nunca debe faltar.